martes, 11 de febrero de 2014

York, una ciudad medieval en el corazón de Inglaterra.

Una de las pequeñas ciudades más bellas que podemos visitar en toda Inglaterra es, sin lugar a dudas, York, situada al norte de Inglaterra, donde llega por la ruta este hacia Escocia. La mejor muestra de importancia histórica de York está en que durante la Edad Media fue considerada la segunda ciudad más rica de Gran Bretaña, tras Londres. Esta riqueza se debió a su gran auge comercial ligado a la lana. En la actualidad, York bien merece un viaje, y no debemos de considerarlo un simple lugar de paso en nuestra posible ruta en coche hasta Escocia. York tiene su origen en una fortaleza romana que se levantó en el año 71 de la era cristiana, el cual se denominó Eboracum, este enclave fué muy importante y, de hecho, en ella en el año 306 fue proclamado emperador Constantino el Grande. Con posterioridad, tras la marcha de las legiones romanas, este enclave pasó a ser controlado por los sajones, que lo denominaron Eoforvic, siendo la capital del reino de Northcumbria. A partir del año 866, York pasó a ser ocupado por los vikingos, que la bautizaron con el nombre de Jorvic, origen de su actual nombre con el que se empezó a conocer a partir del año 1000. Los vikingos estuvieron en York durante algo más de un siglo y dejaron una gran influencia de las costumbres escandinavas. En la Edad Media, entre los años 1000 y 1500, fué el gran auge de York, cuando contó con más de 10.000 habitantes y 40 iglesias. Su declive vino tras la Guerra de las Dos Rosas, a finales del siglo XV, con la disolución de los monasterios y la caída del comercio de lanas. En la actualidad se puede constatar el auge medieval de York al visitar su imponente catedral gótica, la de mayores dimensiones al norte de los Alpes, que es conocida como la York Minster. Así mismo, paseando por sus bellas calles podemos constatar que York mantiene un gran ambiente medieval, sobre todo en su famosa calle The Shambles,  así como secuelas de su origen romano, con su muralla de casi cinco kilómetros, y de la presencia vikinga, en concreto en su museo Jorvik.








En resumen, una pequeña ciudad medieval, cuyo centro histórico te hace sentir que estás en un pueblo muy bonito, un lugar hermoso para visitar.

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